Los investigadores consideran que modular la microbiota intestinal podría mitigar la agresividad de los perros
Este 27 de junio, como cada año, se celebra el Día Mundial de la Microbiota, una jornada que busca concienciar sobre la importancia de la microbiota, es decir, el conjunto de microorganismos que habitan en el intestino, y el microbioma, el conjunto de genes que lo componen.
En este sentido, cada vez se habla más de la relevante influencia de la microbiota y la flora intestinal en la salud general e incluso en la salud mental, pudiendo tener un papel crucial y afectar en la regulación del estado de ánimo, las emociones y la función cerebral de los humanos.
Por otro lado, el comportamiento agresivo de los perros puede representar una importante amenaza para la salud pública y tal y como afirman los expertos, comprenderlo es crucial para la socialización canina y las interacciones entre los humanos y estos animales.
A este respecto, un estudio recientemente publicado por MDPI (Multidisciplinary Digital Publishing Institute) ha analizado la posible correlación entre el comportamiento agresivo y la microbiota intestinal y la serotonina sérica (5-HT) en perros de trabajo.
Para llevar a cabo el estudio, se realizó un análisis exploratorio de los perros para investigar los cambios en la microbiota intestinal y los neurotransmisores asociados al comportamiento agresivo. Este trabajo, afirman, “representa la primera investigación en diferenciar sistemáticamente la agresión canina en subtipos ofensivos y defensivos para su investigación”.
Durante la investigación, 56 perros de trabajo de diferentes razas (11 cocker spaniels, 13 pastores alemanes y 32 pastores belgas malinois) fueron evaluados y agrupados según su comportamiento agresivo. A continuación, se emplearon la secuenciación del ARNr 16S y ELISA para comparar las diferencias en la microbiota intestinal y las concentraciones de serotonina entre los grupos agresivos y no agresivos, así como entre los subgrupos de agresión ofensiva y defensiva.