31 agosto 2022

Sordera en los perros


Un perro sordo es, ante todo, un perro. Puede ser tan juguetón, leal e inteligente como cualquier otro, solo que hay que aprender a llamar su atención de una manera especial porque no puede oír.
Si acabas de descubrir que tu perro es sordo o estás pensando en adoptar uno, no te dejes llevar por los rumores que dicen que son agresivos, que no entienden o que no se pueden entrenar. Es posible que haya casos de perros sordos con problemas de conducta, pero esto también ocurre entre los demás perros.

Un perro puede ser sordo debido a un defecto congénito, por una infección crónica en los oídos, por una lesión traumática o por su edad avanzada. La exposición permanente a ruidos muy fuertes y el uso de algunos antibióticos (aminoglucósidos) pueden provocar sordera.

La causa más frecuente es la congénita, en la mayoría de los casos asociada al color blanco en partes del pelaje. Obviamente hay muchos perros blancos o con manchas blancas que escuchan perfectamente, pero ocurre en algunos que falta pigmentación en la piel del oído interno. Esto provoca que las terminaciones nerviosas allí se atrofien y mueran durante las primeras semanas de vida de los cachorros, resultando en una sordera. No se puede conocer la pigmentación del oído interno a simple vista, no depende en absoluto del color de las orejas ni de ninguna otra parte del cuerpo. Este defecto se puede encontrar en uno o lo dos oídos; si un oído puede escuchar probablemente nunca te des cuenta del defecto porque el perro se adapta y funciona casi igual que cualquier otro.

Si sospechas que tu perro no puede oír, la forma casera de comprobarlo es provocar un sonido que no produzca ninguna vibración ni agite el aire para que no pueda detectarlo salvo por el oído. Puedes hacer ruido con su plato de comida, una bolsa de galletas, las llaves o cualquier cosa que le interese mucho cuando no está mirando o usar una bocina u otro sonido fuerte cuando duerme. También se puede llevar a cabo un test de potenciales evocados, pero esto es costoso y no siempre está disponible. Algunos perros sordos pueden escuchar sonidos muy agudos, como el de los silbatos para perros.

Te preguntarás como tratar a un perro sordo. Hay que tener algunas consideraciones. Por ejemplo, cuando te aproximas a él ponte delante o muéstrale tu mano para que te vea y no se sobresalte cuando lo toques. Si está durmiendo y quieres despertarlo acarícialo con suavidad o pon tu mano frente a su nariz para que te huela y ten lista una golosina para dársela cuando levante su cabeza. Así será grato para él y no se asustará. Haz esto hasta que aprenda, y luego bastará con unas caricias y algo sabroso de vez en cuando.


Para adiestrarlo aprende como hacerlo con perros normales y aplica las mismas reglas para tu perro sordo, solo que además de decir las órdenes deberás usar señas claras para que él pueda ver tu expresión y tus manos indicando lo que debe hacer. Aprende un lenguaje de señas o crea el tuyo propio, pero sé consistente y usa siempre las mismas, pues si no lo haces será muy confuso y tu perro no podrá entender. Si lo llevas a la calle nunca debes dejarlo suelto, así usarás la correa (mejor si es extensible para darle más libertad) para controlarlo. En tu casa puedes llamar su atención golpeando el suelo con tu pie para emitir una vibración o con una linterna o puntero láser. Si está en un jardín puedes arrojarle una pelota (¡sin golpearlo!) o encender y apagar una luz. Es conveniente ponerle una campanita o cascabel para que puedas saber donde está (siempre que se esté moviendo).

Un perro bien entrenado puede aprender unas 20 señas diferentes en un año y hasta 50 en 5 o 6 años, así que sé perseverante y podrás crear un nuevo lenguaje para comunicarte con tu amigo y disfrutar de grandes momentos con él.

Dra. Isabel Iglesias
Fuente: www.tiendanimal.es

El perro, salvo excepciones, no muerde de un día para el otro


Lamentablemente la agresividad canina sigue siendo noticia frecuente en diarios, radio y televisión, donde el tema es abordado la mayoría de las veces sin la formación adecuada dando como resultado desinformación más que información.

Es muy penoso que aún mueran niños por el ataque de perros que muchas veces pertenecen a familiares o vecinos. Esto, que puede prevenirse y evitarse, evidencia manejo inadecuado y, en ocasiones, falta de responsabilidad y respeto hacia los otros (personas y animales) de parte de quien está a su cargo. Este comportamiento puede tener diferentes causas e intensidad, y el perro que lo manifiesta ser de edad, peso y tamaño diferentes, mestizos o de raza. Quienes reciben las lesiones más graves son generalmente niños o ancianos, y las heridas son proporcionales a las características del agresor (tamaño, potencia de mordida), y de la víctima (edad, físico) que intervienen en el conflicto y es ahí donde yace el verdadero peligro. 


Los chicos tienen más probabilidad que los adultos de ser víctimas fatales debido a la presión que ejerce la fuerza de mordida del perro respecto del tamaño de su cuerpo, o por la hemorragia causada por el daño de una arteria o vena de la cabeza o el cuello donde se producen muchas de las lesiones. Un estudio estadístico realizado por el Departamento de Urgencias del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cita que anualmente aumentan un 10 % los casos de niños atendidos allí por lesiones causadas por mordeduras graves de perros, que son generalmente de raza indefinida o mestizos porque son los más frecuentes en los hogares del país. 

La mayoría de estos niños poseen entre 4 a 9 años, y más del 50 % de ellos son agredidos por el perro de la familia. Los varones tienen casi 2 veces más probabilidad de ser mordidos porque tienen conductas más atrevidas con el animal y los padres los supervisan menos que a las niñas. En el consultorio de Etología Clínica (Medicina comportamental), las consultas por agresividad de gatos y perros, de diferentes características, también aumentan día a día, ya sea porque muerden a un integrante de la familia, a personas a quien el dueño permitió ingresar al domicilio, o a gente o animales con los que se cruza en la vía pública.

Personalmente creo que esto se debe a que en los últimos años es mayor el número de animales de compañía en los hogares, es menor el espacio de residencia disponible, el propietario permanece muchas horas fuera de la casa (por trabajo, reuniones, deportes, etc.) y es menor el tiempo que dedica a su educación, socialización y habituación a diferentes estímulos, y además, muchas parejas jóvenes o personas solas adoptan un animal y lo tratan como si fuera un niño sin considerar que gatos y perros pertenecen a otra especie con características y necesidades propias distintas a las del ser humano. 

Respecto de los perros, la mayoría consulta porque “de pronto” comenzó a morder. Pocos lo hacen cuando manifiesta los primeros signos de agresión, y muchos menos aún, lamentablemente, cuando es cachorro para prevenir que desarrolle en el futuro agresividad hacia personas o animales, ésta última sería la opción más adecuada.
El perro pertenece a una especie que vive en grupos bien organizados y utiliza la agresión para alcanzar y defender lo que necesita para subsistir y reproducirse. Por lo tanto, en ocasiones, el comportamiento que manifiesta el animal puede considerarse normal para la especie pero siempre es inaceptable cuando es parte de una familia, pero en otros casos la conducta agresiva del perro es un signo de enfermedad del comportamiento, de todas maneras, en ambas situaciones es necesario realizar el tratamiento etológico para evitar que lesione a terceros.

Es frecuente escuchar que el perro muerde porque es alfa. Sin duda, hay individuos con mayor temperamento que otros, pero el alfa no nace, se hace día a día en función de los privilegios que el propietario le otorga. Además, aunque lamentablemente esté muy arraigado en nuestro medio, hay que considerar que no es con malos tratos como se educa bien al perro, porque muchas veces la agresividad del propietario desencadena la respuesta agresiva del animal.


Se debe recordar que, aunque a veces sorprendan sus reacciones a quienes desconocen como se comunica esta especie (el perro), salvo pocas excepciones, no comienza a morder de un día para otro. Para imponerse o defenderse, previo a morder, emite muchas señales que indican que finalmente lo hará si continúan las condiciones que generan el conflicto, si es así el comportamiento agresivo progresa y estas señales pasarán desapercibidas hasta desaparecer finalmente cuando se instala la enfermedad de conducta grave y peligrosa por sus consecuencias.


Entre las actitudes que advierten la necesidad de consultar al veterinario se encuentran, entre otras, las siguientes:

- Que un cachorro gruña o muerda al veterinario, o a otras personas o animales en el hogar o en la vía pública. Es importante considerar que a partir de los 2 meses de edad debe tener buen control de mordida y movimientos y por lo tanto no tiene que lesionar con sus dientes las manos, brazos o piernas de quien interactúa con él, la excusa de los dientes de leche es solo eso, una excusa

- Hay que estar atentos si el juvenil o adulto embiste, golpea o araña puertas o ventanas cerradas cuando se lo aísla del grupo social; si se aferra a brazos o piernas de las visitas, o del propietario cuando este lo reprende, no cumple sus demandas o lo ignora. También si orina levantando la pata en lugares no permitidos de la casa (muebles, paredes...), sobre la ropa o elementos de la familia, o incluso sobre las personas.

- Si exige con ladridos alimento, agua, su sillón preferido, que le abran la puerta para entrar o salir... También si mira amenazante, eleva los pelos del dorso, e impide el paso al propietario cuando este deambula por la casa o desea entrar en una habitación, o golpea con el hocico sobre el cuerpo de la persona, se abalanza, o muerde o pellizca las mangas, pantalones, zapatillas… cuando se retira del espacio, o no hace lo que desea.


- Así mismo, si gruñe o levanta los labios al ser acariciado o abrazado, cuando se lo mira a los ojos o frente al reto. También si muestra signos de agresión cuando alguien se aproxima o toca su manta, juguetes, comida, pasa sobre él, o se le aproxima o acaricia cuando descansa.

- Si impide el paso o ladra o gruñe a las visitas, no permite al dueño conversar con otros, o ladra de manera agresiva o gruñe a perros o personas (niños o adultos) en la vía pública o desde el vehículo…
 
Entonces, si el perro manifiesta signos como los citados, u otras señales de agresividad hacia las personas o animales la Etología Clínica posibilita diagnosticar que está sucediendo y el tipo de agresión que manifiesta y, a partir de allí, indicar el tratamiento, independientemente de su edad, sexo y raza, para corregir la conducta y recuperar el bienestar del animal y la familia.

Es necesario recordar que la conducta agresiva puede evitarse mediante la adecuada habituación del cachorro a diferentes estímulos, su socialización con personas y animales diferentes, una comunicación correcta y condiciones de manejo acordes a las características propias del individuo, evitando siempre los malos tratos, ya que estos dificultan el aprendizaje y predisponen a la aparición de miedo, ansiedad y más agresividad.

 

Fuente: FOYEL | Dra. Silvia I.N. Vai

25 agosto 2022

Konrad Lorenz y su perra Stasi


Fragmento del libro "Cuando el hombre encontró al perrode Konrad Lorenz (1)


[...]   Mi perra Stasi, producto de uno de los primeros cruces que realicé entre Chow-Chow y Pastor Alemán, reunía en la actitud para con su amo, en feliz conjunción, la fuerte dependencia infantil, propia de su herencia de Canis aureus, con la fidelidad privativa de sus ascendientes de sangre lupina.
    
 Nacida a principios de la primavera de 1940, Stasi tenía siete meses cuando me decidí por ella de entre todos mis perros y comencé a adiestrarla. Tanto en el aspecto exterior como en el carácter, en ella se conjugaban los rasgos del pastor alemán y del chow-chow: por su hocico afilado, el amplio arco cigomático, el corte oblicuo de los ojos, las orejas cortas y peludas, el rabo corto, recto y muy poblado, pero sobre todo por los movimientos elásticos, recordaba de cerca a una lobita, mientras que en el rojo dorado de su piel se apreciaba con toda claridad su ascendencia canina. Pero los rasgos más caninos aparecían en el carácter; con extraordinaria rapidez asimiló los principios fundamentales de la educación canina: cómo caminar sujeta por la correa, permanecer en pie y sentarse sobre las patas traseras; se puede decir que, por naturaleza, era limpia en casa y amiga de las aves, de modo que no hubo necesidad de enseñarle nada de esto.
    
Mi vinculación con Stasi se vio truncada después de dos meses así que acepté la cátedra de psicología de la universidad de Königsberg. Cuando, en Navidad, volví a casa por unos días, Stasi me recibió con jubilosa alegría y me demostró al momento que su amor hacia mí no había disminuido en lo más mínimo. Recordaba perfectamente todo lo que le había enseñado, de forma que seguía siendo, en definitiva, el perro cariñoso y bueno que había dejado hacía algo más de dos meses.
    
Pero cuando me dispuse a hacer los preparativos para el viaje, se produjeron algunas escenas realmente trágicas. Ya antes de que empezara a hacer las maletas, Stasi se puso triste y no se separaba ni un instante de mi lado. Tan pronto como salía yo de una habitación, ella se ponía en pie rápidamente y se empeñaba en acompañarme incluso a cierto sitio. Cuando, después, el equipaje estuvo a punto, el dolor de Stasi creció hasta la misma neurosis: dejó de comer, su respiración se hizo entrecortada, irregular, interrumpida a cada momento por profundos suspiros. El día de mi marcha, decidimos encerrarla para impedir que quisiera acompañarme a la fuerza. Pero Stasi ya se había ido a esconder en el jardín; el más fiel de todos mis ejemplares caninos me negaba obediencia cuando lo llamaba. Y fracasaron todos los intentos de acercarme a ella y cogerla.
    
Cuando, finalmente, se puso en marcha la consabida caravana, con niños, carrito de mano y maletas, un perro de aspecto extraño, con el rabo entre las patas traseras, el pelo revuelto y la mirada esquiva, nos seguía como a unos veinte metros de distancia. Ya en la estación, intenté acercarme a ella y cogerla por última vez, pero todo fue en vano. Cuando subí al tren, Stasi seguía aún allí, a prudente distancia, en la actitud amenazadora del perro rebelde y me miraba con pretendida indiferencia. El tren se puso en movimiento, y Stasi continuó inmóvil, en su sitio; sólo cuando el convoy empezó a coger velocidad, el perro se lanzó con la rapidez del rayo hacia el tren, luego corrió a lo largo de éste y, por último, saltó a él tres vagones delante de Aquel, en cuyo estribo me había quedado yo para impedir que subiera.

Entonces corrí hacia adelante, cogí a Stasi por el cuello y los cuartos traseros y la arrojé a tierra. El animal cayó ágilmente sobre las patas, sin dar volteretas. Después se quedó inmóvil, pero ya no en actitud amenazadora, y así permaneció, con los ojos fijos en el tren, hasta que éste se perdió en la lejanía.Pronto me llegaron a Königsberg noticias alarmantes. Stasi había hecho auténticos estragos en los gallineros vecinos, ya no tenía en cuenta las normas de limpieza, merodeaba sin descanso por los alrededores y no obedecía a nadie, por todo lo cual hubo que encerrarla.Allí estaba ahora, sentada en la terraza de los tilos, abandonada a su dolor. Pero su soledad era sólo por lo que respecta a la compañía humana, pues compartía su vida con el dingo de que antes he hablado.

A fines de junio regresé a Altenberg y lo primero que hice fue ir a buscar a Stasi. Cuando subía las escaleras que daban a la terraza, los dos perros me salieron al encuentro con una agresividad propia de animales que han permanecido largo tiempo encerrados o encadenados. Al alcanzar el último escalón me detuve y permanecí inmóvil. Los dos animales daban grandes saltos ladrando y rugiendo. Yo tenía curiosidad por comprobar cuándo iban a reconocerme a través de la vista, ya que, al soplar el viento en dirección adonde yo estaba, no podían hacerlo a través del olfato. De momento no me reconocieron.

Pero, al cabo de un rato, Stasi percibió de repente mi olor en el ambiente y, en medio mismo de su furioso ataque, quedó rígida, como petrificada. Aún tenía la crin alborotada, el rabo bajo, las orejas caídas hacia atrás; sólo las fosas nasales se habían abierto de golpe y aspiraban con rara avidez el mensaje que le traía el viento. Luego, el pelo de la crin se alisó, un temblor recorrió el cuerpo todo del animal, las orejas se irguieron y permanecieron rígidas. Yo esperaba que ahora la perrita se abalanzara sobre mí en un acceso de alegría incontenible, pero no fue así. Un dolor tan grande como para trastornar su personalidad hasta el punto de hacerle olvidar hábitos y normas, y sumirla en una auténtica neurosis, un dolor así no podía desaparecer en unos segundos. De improviso, el animal se irguió sobre las patas traseras, levantó la cabeza y, con el hocico vuelto al cielo, dio rienda suelta al dolor que torturaba su alma canina en un prolongado aullido tan hermoso como conmovedor.
    
Pero, después, se abalanzó sobre mí como un vendaval y al momento quedé envuelto, por así decir, en un torbellino de júbilo canino. Stasi saltaba hasta la altura de mis hombros y a poco me arranca la ropa del cuerpo; precisamente ella, de suyo tan reservada y poco amiga de las manifestaciones efusivas, ella que, por lo común, se limitaba a saludarme con unos cuantos golpes de rabo, ella cuya máxima prueba de ternura consistía en descansar la cabeza sobre mis rodillas. Stasi, siempre tan silenciosa, resoplaba ahora como una locomotora a causa de la excitación, lanzaba aullidos agudísimos, más fuertes que nunca. Después me dejó de repente y corrió hacia la puerta y quedó allí mirándome y pidiéndome con muda zalamería que la sacara de su prisión. Ella consideraba natural que, con mi regreso, terminara su encierro y todo volviera a su antiguo orden. ¡Dichoso animal y envidiable solidez la de su sistema nervioso! Una vez eliminada la causa, el trastorno psíquico no había dejado en ella secuela alguna que no pudiera ser borrada por completo con un aullido desgarrador de treinta segundos y una danza jubilosa de un minuto de duración.
    
Cuando mi esposa me vio llegar con Stasi, gritó asustada: ¡Dios mío, las gallinas! Pero la perrita ya no se dignó echar ni una mirada más a las gallinas. Cuando, por la tarde, la llevaba a mi habitación era tan limpia como lo había sido siempre. Todo lo que le había enseñado tiempo atrás, lo había retenido en la memoria durante aquellos meses marcados por la más grande desventura que puede conocer un perro.
    
Cuando, por fin, se aproximó el momento de hacer nuevamente las maletas, Stasi se puso triste y silenciosa, y no se separaba ni un momento de mi lado. La pobre bestia conoció días amargos, todo porque no entendía las palabras humanas, pues esta vez yo había decidido llevarla conmigo.
    
Poco antes de mi partida, Stasi, como la otra vez, se escondió en el jardín con la evidente intención de seguirme incluso contra mi voluntad. Ahora la dejé en paz; únicamente cuando salí de casa para ir a la estación, llamé con el mismo grito que usaba normalmente. Al momento comprendió la situación y se puso a danzar en derredor, loca de alegría.
    
Pero la alegría de seguir a su amo sólo le duró unos meses; el 10 de octubre de 1941 fui llamado a filas y tuve que marchar. Entonces se repitió la misma tragedia de un año antes en Altenberg. Con la diferencia de que esta vez Stasi se escapó de casa, se independizó por completo y por espacio de dos meses vagó por los alrededores de Königsberg como fiera salvaje. Hizo un estropicio detrás de otro, hasta el punto de que estoy convencido de que fue ella la misteriosa «zorra» que devastó las conejeras de un respetable colega mío que vivía en la Cäcilienallee. Cuando, después de Navidad, Stasi volvió a casa con mi esposa, era sólo hueso y pellejo, y sufría una inflamación purulenta en la zona de los ojos y el hocico.
    
Una vez curada, y al no haber otra alternativa, fue llevada al jardín zoológico, donde se la apareó con un gigantesco lobo siberiano, pero no tuvo descendencia. Algunos meses después —por entonces yo era neurólogo en el hospital militar de Posen—, me la llevé nuevamente a casa conmigo. Cuando en junio de 1944, fui trasladado al frente, llevamos a Stasi con sus seis cachorros al jardín zoológico de Schönbrunn. Allí fue muerta por una bomba, pocos días antes de que terminara la guerra. Pero uno de sus pequeños había sido enviado a Altenberg, a casa de un vecino nuestro, y de él proceden todos los perros que hemos criado.
    
Stasi sólo pudo pasar algo menos de la mitad de sus seis años de vida junto a su amo y, no obstante, ha sido con mucho el perro más fiel de cuantos he conocido hasta el presente.





 (1) Konrad Lorenz  (1903-1989), nacido en Viena, Austria. Doctor en medicina, recibido en la Universidad de Columbia en Nueva York. 
Se dedicó a la zoología y concretamente al comportamiento animal. Está considerado uno de los padres de la etología

Recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973 tras describir el Imprinting, proceso fisiológico generado tras el nacimiento que garantiza el comportamiento maternal y filial entre madre y cría; estos hallazgos se integraron posteriormente en la teoría del apego humano.

18 agosto 2022

Los perros pueden detectar la COVID-19


Los perros pueden detectar la COVID-19 con una precisión de hasta el 97 %, a diferencia de una prueba rápida de antígenos que suele tener una precisión de alrededor del 80 %, según un estudio recién publicado en Plos One. Los expertos pudieron comprobar que sin conocer el estado de COVID-19, los perros y sus cuidadores fueron expuestos a diferentes hisopos nasales y bucales.

La investigación involucró a 335 adultos, de los cuales alrededor de un tercio de los participantes tenían COVID-19. En individuos sintomáticos, los perros detectaron COVID-19 con un 97 % de precisión y un 94 % en individuos asintomáticos. En algunos casos, los perros tuvieron hasta un 100 % de precisión en la detección de un caso positivo y un 91 % de precisión en la identificación de un caso negativo.


Los perros también pudieron detectar el virus a partir de muestras de sudor

Lo más novedoso es que los perros, además de ser capaces de detectar el virus mediante hisopos, también pudieron detectar COVID-19 a partir de muestras de sudor, gracias a un órgano en su nariz, llamado órgano de Jacobson, esto les ayuda a identificar olores que son indetectables para los humanos.

"Estos hallazgos son una evidencia de que los perros podrían ser efectivos para los esfuerzos de detección masiva en lugares como aeropuertos o conciertos y pueden proporcionar alternativas reales para evaluar a las personas que se resisten a los hisopos nasales", asegura Dominique Grandjean, de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria de Alfort en Maisons-Alfort, Francia. Entre otras cosas, porque los perros pueden detectar el COVID-19 de inmediato, mientras que una prueba de PCR puede tardar varios días en producir resultados.

13 agosto 2022

Diferencia entre perros blancos y perros albinos

El albinismo es raro en todos los animales, incluidos los perros, y muchas personas confunden fácilmente los perros de pelaje blanco con los perros albinos. 

El verdadero albinismo es una condición genética en la cual la pigmentación de los ojos, el pelaje y la piel está completamente ausente. Una distinción importante entre los perros con blancos y los perros albinos es que los perros de pelaje blanco producen el color blanco, mientras que los albinos solo aparecen blancos debido a la falta de pigmentación. 

Los perros totalmente blancos tienen marcadores genéticos en virtud de los cuales el pigmento blanco enmascara, o suprime, todos los demás colores. El albinismo, por otro lado, es causado por la ausencia tanto de la melanina como de las enzimas que la producen. Dicho esto, algunos perros exhiben características de albinismo sin ser verdaderos albinos. Exploremos las distinciones, de la manera más sencilla y legible posible, y veamos qué hace que un perro albino sea un albino. Sin pruebas genéticas, los perros albinos solo pueden determinarse más fácilmente mediante una inspección minuciosa de su nariz y ojos. 

Al igual que los gatos albinos , los ojos y el tejido que rodea las cuencas oculares de los perros albinos parecen mostrar un tono rosado. Sin embargo, el rosa en ambos ojos y piel no es realmente rosado. Lo que parece ser rosado es en realidad el resultado del flujo sanguíneo difuso en estas áreas.Los ojos de perros y gatos son capaces de procesar mucha más luz disponible que los ojos humanos. Esto no solo explica por qué tienen una visión nocturna muy superior , sino también porque sus ojos aparecen rojos en la fotografía con flash.


Lo que percibimos como rosa o rojo en los ojos de cualquier perro estándar es simplemente el exceso de luz que se refleja a través de los vasos sanguíneos en sus ojos. Los ojos, la nariz y la piel rosados ​​de un perro albino, especialmente alrededor de los ojos y la boca, parecerán muy pálidos, incluso
decolorados. Los propios ojos de un perro albino pueden retener una pequeña pigmentación, pero esta coloración también es pálida o translúcida en la naturaleza. La falta de melanina y la pigmentación en la piel de un perro aumenta el riesgo de estos perros, no solo para las quemaduras solares, sino también para el desarrollo de cáncer de piel.

11 agosto 2022

​Viruela del mono: Primera evidencia de transmisión de humano a perro


Un estudio describe el primer caso de un perro con infección confirmada por el virus de la viruela del mono que podría haberse adquirido a través del contacto humano.



El virus humano de la viruela del mono se está propagando en Europa y los EE. UU. entre personas que no han viajado a áreas endémicas. El 23 de julio de 2022, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró la viruela del mono como una emergencia de salud pública de importancia internacional. La transmisión de humano a humano del virus de la viruela del mono generalmente ocurre a través del contacto cercano con las lesiones, los fluidos corporales y las partículas respiratorias de personas o animales infectados. Se está investigando la posibilidad de transmisión sexual, ya que el brote actual parece estar concentrado en hombres que tienen sexo con hombres y se ha asociado con lesiones anales y genitales.

Por otra parte, actualmente se desconoce si los perros y gatos domésticos podrían ser un vector del virus de la viruela del mono. Si bien, un nuevo estudio describe el primer caso de un perro con infección confirmada por el virus de la viruela del mono que podría haberse adquirido a través del contacto humano.

04 agosto 2022

El olor de la enfermedad


El uso de perros, ratones y hurones para detectar padecimientos

Nota del editor: Debido a un brote de la gripe aviar en los Estados Unidos que comenzó en febrero de 2022, los agricultores ha tenido que sacrificar millones de pollos y pavos. Una manera de monitorear tales brotes es entrenando a los perros para oler los animales infectados. Los perros también se han entrenado a la olfatear varias enfermedades que portan las personas, incluida la COVID-19. El investigador Glen Golden, que ha entrenado hurones y perros para detectar la gripe aviar en los pájaros, explica por qué ciertos animales son más aptos para olfatear la enfermedad.

1. ¿Qué especies tienen olfato para las enfermedades?

Algunos animales tienen sentidos del olfato muy desarrollados. Incluyen roedores; perros y sus parientes salvajes, como lobos y coyotes; y mustélidos: mamíferos carnívoros como comadrejas, nutrias y hurones. Los cerebros de estas especies tienen tres o más veces más neuronas receptoras olfativas funcionales (células nerviosas que responden a los olores) que las especies con capacidades olfativas menos agudas, incluidos los humanos y otros primates.

Estas neuronas son responsables de detectar e identificar compuestos olfativos volátiles que envían señales significativas, como el humo de un fuego o el aroma de la carne fresca. Una sustancia es volátil si cambia fácilmente de líquido a gas a bajas temperaturas, como la acetona que le da al quitaesmalte su olor afrutado. Una vez que se vaporiza, puede extenderse rápidamente por el aire.

Un letrero notifica a los viajeros sobre un estudio piloto en el aeropuerto de Helsinki que ofrece pruebas gratuitas de Coronavirus utilizando perros para detectar infecciones usando el olfato. Shoja Lak/Getty Images

Cuando uno de estos animales detecta un olor significativo, la señal química se traduce en mensajes y se transporta por todo su cerebro. Los mensajes van simultáneamente a la corteza olfativa, que se encarga de identificar, localizar y recordar el olor, y a otras regiones cerebrales responsables de la toma de decisiones y la emoción. De modo que estos animales pueden detectar muchas señales químicas a grandes distancias y pueden hacer asociaciones mentales rápidas y precisas sobre ellas.

2. ¿Cómo eligen los investigadores un aroma objetivo?

En la mayoría de los estudios que han utilizado perros para detectar el cáncer, los perros han identificado muestras físicas, como piel, orina o aliento, de pacientes que han sido diagnosticados con cáncer o que tienen cáncer no diagnosticado en una etapa temprana. Los científicos no saben qué señal de olor usan los perros o si varía según el tipo de cáncer.

El Centro Nacional de Investigación de Vida Silvestre del Departamento de Agricultura de EEUU en Colorado y el Centro Monell de Sentidos Químicos en Pensilvania han entrenado ratones para detectar la influenza aviar en muestras fecales de patos infectados. La gripe aviar es difícil de detectar en bandadas silvestres y se puede propagar a los humanos, por lo que este trabajo está diseñado para ayudar a los biólogos de la vida silvestre a monitorear los brotes.

El laboratorio de Kimball en Monell enseñó a los ratones a obtener una recompensa cuando olían una muestra positiva confirmada de un animal infectado. Por ejemplo, los ratones podían beber agua cuando viajaban por el brazo de un laberinto en forma de Y que contenía heces de un pato infectado con el virus de la influenza aviar.

01 agosto 2022

¿Pueden soñar los perros?

Cualquiera que haya visto a un perro patear en el aire mientras duerme sabrá que está soñando.

Pero ahora los investigadores lo han confirmado y dicen que creen que los perros experimentan el sueño de manera similar a los humanos.

El Dr. Stanley Coren, profesor emérito de psicología de la Universidad de Columbia Británica, dice que los dueños pueden darse cuenta fácilmente cuando su perro está en el país de los sueños



¿Cuáles son los signos?

La respiración se vuelve más irregular.

Los ojos se mueven alrededor de los párpados cerrados.

A veces tiene espasmos.


Los perros pequeños tienen sueños más cortos con más frecuencia, mientras que los perros más grandes sueñan menos pero tienen sueños más largos.

Ampliando la teoría de los sueños, el Dr. Nicholas Dodman, profesor de comportamiento animal, dijo al artículo que no era sorprendente ya que somos '95 por ciento idénticos genética y físicamente'.

El Dr. Dodman agregó que los perros más jóvenes pasan una mayor proporción de su tiempo en el sueño REM, que es la etapa donde ocurren los sueños. Él teoriza que esto se debe a que tienen que procesar muchos datos nuevos sobre el mundo.


Entonces, ¿con qué sueñan los perros?

Según el Dr. Coren, los perros sueñan con su día al igual que nosotros.

"Los perros sueñan con hacer cosas de perros, dijo. "Un Pointer apuntará a un pájaro y un Doberman Pinscher perseguirá a un ladrón".


Fuente: metro.co.uk