La visión de los perros es, en algunos aspectos, muy distinta a la de los humanos, puesto que ha evolucionado en función de necesidades diferentes. Los canes ven menos colores, pero su visión nocturna es mejor; y aunque ven a distancias más cortas, son capaces de distinguir cosas en movimiento con más facilidad.
¿Cómo ven el mundo los perros?
No es ningún misterio que su visión es muy distinta de la nuestra, pero sus particularidades son más difíciles de detectar si no es mediante estudios de comportamiento. Se ha dicho a menudo que no ven tan bien y que dependen básicamente del olfato, pero esto no es del todo cierto: los perros en algunas aspectos ven mejor que nosotros y en otros peor, simplemente porque su visión ha evolucionado para satisfacer necesidades distintas.
La familia de los cánidos son mayoritariamente animales cazadores, por lo que su visión tiene que cumplir una necesidad muy específica: identificar fácilmente a sus presas, a menudo en medio de un paisaje y en condiciones de luz muy variables. Por ello, sus ojos se han especializado en distinguir cosas en movimiento sin prestar tanta importancia a su color o nitidez.
Un mundo con pocos colores
La diferencia más significativa entre nuestra vista y la de los perros es que ellos distinguen menos colores, puesto que solo cuentan con dos tipos de conos, las células fotorreceptoras que son responsables de la percepción del color, mientras que los humanos contamos con tres. Cada tipo de cono capta una longitud de onda determinada, y de la combinación de ellas se forma el espectro de luz visible para cada especie.
Los conos que poseen los perros se especializan en longitudes de onda correspondientes al azul y al amarillo, por lo que un color les resulta más indistinguible cuanto más se aleja de estos: así, los que se encuentran en los límites de estas longitudes de onda, como el naranja o el verde, los ven como tonalidades de amarillo; mientras que aquellos que se alejan más, como el rojo o el violeta, son monocromos para ellos.