
Para qué se utiza el collar isabelino
Se lo utiliza para evitar o dificultar que los animales puedan tocar sus heridas, erupciones, suturas post-quirúrgicas, sondas, vendajes o bien se dañen por mordisco (auto mutilación) o un lamido excesivo. Es un método sencillo y económico para que las heridas de tu mascota cicatricen en tiempo y forma sin provocar laceraciones de las mismas. Está fabricado en plástico de polietileno virgen, es muy resistente y duradero. Tiene unas agarraderas/precintos que se usan para pasar el collar convencional y así poder sujetar bien. Debe sobresalir por delante del hocico unos cuantos centímetros para asegurarse que la mascota NO pueda lamer alguna parte del cuerpo con su lengua. Es importante que quede bien ajustado para que el perro o gato no se lo pueda sacar. Puede lavarse con agua y jabón sin problema de que se deteriore el collar. El collar es irrompible, puede que se marque, pero no pierde nunca formato y función.
Algunas mascotas están tan desorientadas que se niegan a caminar, o se rehúsan a pasar a través de aberturas. Anima a tu mascota, muéstrale que puede caminar y pasar por las puertas y por el pasillo. Rápidamente entenderá que puede maniobrar con el cuello isabelino retrocediendo y mejorando la puntería. Puede que tengas que darle comida y agua en recipientes o cubos elevados porque el cuello puede impedir que llegue a sus comederos habituales. Aleja de la pared los recipientes de comida y de agua para que no golpee el collar cuando coma y beba. El collar isabelino permite que tu mascota se acueste, duerma o muerda un hueso o un juguete masticable. Cómprale un nuevo juguete masticable para ayudarlo a calmarse cuando lo necesite. Dependiendo de las instrucciones de tu veterinario, tal vez puedas quitarle el collar por cortos períodos de tiempo para dejarlo comer y beber con mayor comodidad.
Si las instrucciones dicen que tienes que dejárselo todo el tiempo, no se lo quites. Si tú perro o gato debe usarlo todo el tiempo, es posible que tengas que limpiarlo de vez en cuando. No uses limpiadores fuertes ni con olor intenso. (Solo agua con detergentes de cocina) Revisa periódicamente la sujeción del collar. Siempre debes supervisar a tu mascota durante un rato después de ponerle el collar para ver si funciona correctamente; algunos animales son muy tenaces y logran zafarse del collar.

Si tenemos mucha prisa por quitarlo es posible que al final consigamos alargar más el proceso de curación de la lesión. Hay que tener en cuenta una serie de consideraciones cuando lo utilizamos. Es importante que el collar tenga el tamaño adecuado a cada caso en concreto, tanto en relación a la zona corporal afectada como al tamaño de la cabeza y cuello de nuestro animal. Hay perros pequeños con el cuello o la cabeza muy alargada y otros, por el contrario, tienen la cabeza y el cuello cortos pero muy robustos. Un error que podemos cometer es no ajustar bien el collar al montarlo o dejarlo muy suelto de forma que el perro o el gato puedan quitárselo sin mucha dificultad. También hay propietarios a quienes les da mucha pena que su animal tenga puesto el collar isabelino todo el tiempo y se lo quitan a la hora de comer o de dormir para que estén más cómodos. ¡Cuidado!
Es muy posible que nuestro animal no se dedique a descansar sino que se entretenga lamiéndose o rascándose la zona afectada y al día siguiente nos podemos encontrar con un verdadero desastre. Es muy importante que tengamos presente que cuando les ponemos a nuestros perros o gatos un collar isabelino no lo hacemos para fastidiarles ni amargarles su existencia sino con la misión de preservar su salud y facilitar una rápida curación de una lesión. Siempre va a ser nuestro veterinario de confianza quien nos indique cuál es el método más aconsejable para el caso de nuestro animal en concreto.