05 enero 2021

La aventura polar de Peary


Desde Nueva York a Cabo Sheridan

De pequeño Peary profesó gran admiración por Cristóbal Colón y su hazaña descubridora del Nuevo Mundo. De adulto quedó igualmente fascinado por los sugestivos relatos del explorador sueco Nordenskjöld sobre las incursiones que éste realizó en Groenlandia. Todo ello despertó en él una incontenible y decidida vocación de explorador polar que se materializó en junio de 1891 en lo que fue su primera expedición a Groenlandia, a donde viajó acompañado de su esposa. Allí permaneció poco más de un año conviviendo con esquimales y familiarizándose con sus usos, costumbres y modo de vida. De ellos aprendió a conducir trineos tirados por perros.

Tras el viaje a Groenlandia al que hemos hecho referencia en la introducción, en la primavera de 1905, Peary presenció emocionado la botadura del barco que el Peary Artic Club puso a su disposición para su proyectada expedición al Polo Norte. La embarcación fue bautizada con el nombre de «Theodore Roosevelt» en honor del que por esos lejanos años era presidente de los Estados Unidos. En el verano de ese mismo año, Peary inició su primera tentativa de llegar al Polo Norte. Al llegar a la Bahía de Inglefield embarcó en el «Roosevelt» varias familias de esquimales y doscientos perros. Iniciaba así la primera etapa de lo que sería su primera tentativa de alcanzar el Polo Norte. No tuvo suerte, ya que al llegar a los 87º N tuvo que desistir de su tentativa y emprendió el viaje de regreso hacia el sur.


Robert E. Peary nació en Cresson, Estados Unidos, en 1856. Se graduó en ingeniería civil en la Universidad de Bowdoin (Maine). Finalizados sus estudios en 1877, comenzó a trabajar de topógrafo en el levantamiento de planos en la costa de Estados Unidos. Posteriormente trabajó como ingeniero en las obras de construcción del Canal de Panamá. En 1881 ingresó con el grado de teniente en el cuerpo de ingenieros civiles de la Marina de los Estados Unidos.


EL SEGUNDO VIAJE AL POLO

En la mañana del 6 de junio de 1908, miles de personas se concentraron jubilosas en el puerto de Nueva York. Acudieron a despedir a Robert Peary que, a bordo del «Roosevelt», se disponía a navegar nuevamente hacia el Norte con el propósito de alcanzar las heladas aguas que se extienden más allá de los confines del Círculo Polar, y continuar después su marcha en trineo hacia el Polo.

Pocos minutos antes de la partida, el presidente Roosevelt acudió al puerto acompañado de su esposa. Subió al barco bautizado con su nombre y, tras un breve pero detenido recorrido por sus dependencias, estrechó la mano de Peary y la de todos los tripulantes, a los que despidió con alentadoras y patrióticas palabras. Poco después del mediodía, el «Roosevelt» levó anclas y puso proa rumbo Norte, con destino a uno de los lugares más fríos del Globo.

AL NORTE DEL CÍRCULO POLAR

El 26 de julio, poco después de medianoche, el «Roosevelt» cruzó la imaginaria línea del Círculo Polar Ártico.

Cuatro días más tarde llegaron a Cabo York, en el límite meridional de los asentamientos esquimales emplazados en la zona ártica. Hacia mediados de agosto llegaron a Etah, donde embarcaron veintidós hombres esquimales con sus mujeres e hijos, doscientos cuarenta y seis perros groenlandeses y setenta toneladas de carne de ballena.

La bonanza meteorológica duró poco, ya que dos semanas más tarde el tiempo empeoró considerablemente y el barco fue zarandeado a merced de una gran tempestad. A pesar de ello, los perros, que habían sido alojados en cubierta, soportaron con entereza las incomodidades de tan desagradable contratiempo sin que ninguno fuese víctima de ningún percance.


Peary, que intentó llegar al Polo Norte, aprendió de los esquimales a conducir trineos tirados por perros. Los perros recorrían 40 kilómetros en pocas horas


LA LLEGADA A CABO SHERIDAN

Tras una dificultosa navegación por el estrecho de Roberson, el 5 de septiembre, a primeras horas de la mañana, el «Roosevelt» rindió viaje en Cabo Sheridan, al nordeste de la Tierra de Grant. Pocos días más tarde, tras el desembarque de los perros, comenzaron a descargar las cajas con las provisiones. La numerosa jauría que Peary utilizó en esta expedición polar fue equipada con el mismo tipo de arnés utilizado por los esquimales en los tiros de sus trineos. El correaje de estos arneses estaba fabricado con pellejo de foca y eran muy simples y flexibles. Sin embargo, existía el riesgo de que podían ser comidos por los perros hambrientos si se diese el caso de que escaseasen los alimentos. Para salvar esta posible eventualidad, estos atalajes fueron sustituidos por otros fabricados con cuerda de saco trenzada.

 


Los perros eran enganchados a los trineos con tiro dispuesto en abanico, a la manera esquimal, ya que así podían trabajar más libremente y exteriorizar mejor todo su enorme caudal de potencia. El tiro de cada trineo estaba compuesto por ocho ejemplares, si bien cuando las circunstancias lo exigían, bien por lo accidentado de la topografía polar o por el exceso de carga de los trineos, enganchaban diez o doce perros, que eran hábilmente guiados por los esquimales mediante voces de mando y el empleo de un látigo, cuyas tiras de cuero solían medir entre 3,50 y 5,50 metros.


EL TRANSPORTE DE VÍVERES

A mediados de septiembre partió desde Cabo Sheridan la primera caravana de trineos cargados de provisiones. La primera etapa tuvo como destino Cabo Belkanp, situado 20 kilómetros en dirección Norte. Al frente de la comitiva marchaban tres expedicionarios y trece esquimales conduciendo dieciséis trineos tirados por doce perros cada uno. Dos días más tarde se puso en camino una segunda caravana de trineos con destino a Cabo Richardson, donde instalaron un campamento para pernoctar. Al día siguiente retrocedieron hasta Cabo Belkanp para cargar los trineos con las provisiones dejadas allí en días anteriores, y trasladarlas nuevamente a Cabo Richardson. Después emprendieron el camino de regreso al barco.

El mes de septiembre concluyó con un cuarto «raid» que partió bajo las órdenes del propio Peary. Le acompañaban tres esquimales, que conducían cada uno un trineo tirado por diez perros. En esta ocasión transportaban alimentos para subsistir durante varias semanas.


Su destino era, igualmente, Porte Bay. El buen estado del hielo permitió que en pocas horas los perros recorriesen los algo más de 40 kilómetros que separaban Porter Bay de Cabo Sheridan. Después se dedicaron a montar en Cabo Columbia el campamento base, donde pasarían la larga noche invernal ártica, y desde donde emprenderían la partida hacia el Polo cuando llegase la primavera.


Fuente: elmundodelperro.net  - Manuel Cruz Cornejo