11 mayo 2023

Los perros reconocen a los humanos “torpes” y “egoístas”


Los perros son muy perceptivos a la hora de evaluar el comportamiento humano. Un nuevo estudio afirma que saben distinguir cuando un humano es “torpe” o “egoísta”, especialmente las hembras.

¿Alguna vez has metido la pata delante de tu perro y has sentido que este te miraba como diciendo “qué torpe es este humano”? No te lo estabas imaginando: un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Kyoto ha concluido que los perros saben evaluar la destreza o torpeza de las personas a la hora de realizar una tarea, además de si son generosas o egoístas con ellos; y que las hembras son especialmente perceptivas en estos aspectos.


EL EXPERIMENTO DE LA COMIDA

En el experimento, dos personas intentaban abrir delante de varios perros (30 en total) un recipiente transparente con comida dentro. Una de las personas lo abría con facilidad, mientras que la otra fingía tener problemas para abrirlo. El proceso se repetía luego con otros dos recipientes, para que los perros tuvieran claro que el “problema” no era que un recipiente fuese más complicado de abrir, sino que una de las personas era más hábil que la otra.

Cuando se realizó la prueba con el tercer recipiente, los perros ya parecían tener claro cuál de los dos era el humano más hábil: los animales se quedaron mirando durante más rato a la persona que parecía ser más “competente”, sabiendo que esta abriría con facilidad el recipiente; por el contrario, con la persona “incompetente” ya parecían tener claro a los pocos segundos que no iba a poder abrirlo.

A lo largo del experimento, los investigadores también comprobaron que las hembras son especialmente perceptivas a la hora de evaluar la “torpeza”: cuando ya estaba claro cuál era el humano competente, las hembras se fijaban en él durante más rato y tendían a ignorar antes al humano “torpe”, respecto a lo que hacían los machos, que parecían mantener una cierta confianza en él.



HUMANOS GENEROSOS O EGOÍSTAS

Los investigadores afirman que no es la primera vez que se observa un comportamiento semejante en los perros y hacen referencia a un estudio anterior, que constató que los perros saben reconocer cuando un humano es generoso o egoísta con ellos y que modifican su comportamiento en consecuencia.

En este experimento, se comparó el comportamiento de tres grupos (cachorros, perros adultos con una familia y perros adultos que estaban en un refugio) respecto a dos personas que les ofrecían comida: una de ellas (“experimentador generoso”) les mostraba su comida e inmediatamente les dejaba comer, mientras que la otra (“experimentador egoísta”) les mostraba el cuenco pero comía algo él mismo antes de permitir comer a los perros. A continuación, se realizaba una segunda prueba en la que los perros podían decidir si les daba de comer la persona “generosa” o la “egoísta”.


Los perros, sobre todo las hembras, reaccionan de forma más rápida y entusiasta con los humanos que juzgan más confiables.

Los resultados mostraban un claro aprendizaje: mientras que en la primera prueba los perros no mostraban preferencia entre ambos experimentadores – es más, algunos incluso se mostraron más entusiasmados con el experimentador “egoísta” –, en la segunda los perros adultos parecían haber aprendido cuál era el humano más generoso y acudían preferentemente a él, además de tener un tempo de reacción más corto: los animales con familia tardaban un segundo más en reaccionar cuando el experimentador “egoísta” los llamaba respecto al experimentador “generoso”, y dos segundos más en el caso de los animales del refugio.

Por el contrario, los cachorros no mostraban una diferencia tan significativa entre ambos experimentadores, y la latencia (el tiempo que esperaban para acercarse tras recibir permiso para comer) entre la primera y la segunda prueba era prácticamente igual. Esta diferencia de comportamiento puede atribuirse a la mayor experiencia de los perros adultos, especialmente en el caso de los de refugio, que tenían razones para ser más desconfiados ante comportamientos egoístas de los humanos.

Demostrado: Los perros saben distinguir a las personas malas y embusteras


LOS PERROS AJUSTAN SU COMPORTAMIENTO SEGÚN LA NECESIDAD

Basándose en los resultados de estos dos experimentos, los investigadores concluyen que los perros saben formarse una opinión sobre el nivel de destreza de un humano y que, posiblemente, ajustan su comportamiento fiándose más de aquellos que juzgan como más “competentes”. Esto tiene relación con el hecho de que, como animales domésticos, su nivel de bienestar depende de su cuidador.

La destreza, sin embargo, no lo es todo: al ser animales que viven en comunidad, su bienestar depende de un equilibrio entre la habilidad de sus cuidadores y su comportamiento respecto a ellos: los autores mencionan otros estudios en los que los perros se han mostrado propensos a pasar más tiempo con humanos que son generosos con ellos, aunque no sean especialmente hábiles, que con aquellos que son más diestros pero no tienen tantas atenciones con ellos.

La preferencia de los perros por las personas que juzgan más "competentes" se intensifica en situaciones de necesidad, como cuando les falta comida o agua.

Los autores señalan también que estos comportamientos pueden ajustarse a la situación de necesidad y mencionan una interesante observación que han hecho otros autores: estos observaron que los perros tienden a pasar más tiempo cerca de la persona que normalmente les llena el cuenco de comida cuando este está vacío o cuando se acerca la hora de la comida, mientras que el resto del tiempo no muestran una predilección tan marcada entre los diferentes habitantes de la casa.

Estas preferencias también se muestran a la hora de realizar actividades concretas, como el juego o el paseo: los perros tienden a acercarse en primer lugar a la persona que realiza estas actividades con ellos de forma habitual o que les ofrece una mejor experiencia. Esto parece demostrar que los perros pueden dividir su valoración de una persona en ámbitos concretos y mostrar una preferencia “segmentada” según la situación.


Fuente: National Geographic (Abel G.M.)