Más allá del cariño y la alegría que contagian, los perros pueden ser grandes aliados para la salud física, emocional y social. Así lo confirman diversas investigaciones, entre ellas las realizadas por la Universidad de Harvard, que destacan cómo el vínculo con un perro impacta positivamente en el bienestar integral de las personas.
Menos estrés con un perro en casa: uno de los beneficios más reconocidos es la reducción del estrés. Acariciar a un perro, jugar o simplemente compartir un rato juntos estimula la liberación de oxitocina, la llamada “hormona del amor”, generando calma y mejorando el estado de ánimo. También disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Mejor salud cardiovascular: se ha observado una mejora en la salud cardiovascular. Las personas que conviven con perros suelen tener presión arterial más baja y menor riesgo de enfermedades cardíacas, en parte gracias al ejercicio diario que implica cuidarlos.
Más actividad física: ese mismo movimiento diario se traduce en mayor actividad física, con caminatas que mejoran la salud general y ayudan a prevenir enfermedades crónicas.
Los perros nos hacen centrarnos en el presente: los perros también nos enseñan a vivir el presente, promoviendo la atención plena (mindfulness), y actúan como puentes sociales, generando interacciones cotidianas que fortalecen vínculos y combaten la soledad.
Compañía social y constante vínculo afectivo: por último, brindan compañía incondicional, especialmente valiosa en momentos difíciles y además fomentan la conectividad con otras personas, dado que los famosos paseos son espacios ideales para interactuar.
Tener un perro implica compromiso, pero sus beneficios superan ampliamente las responsabilidades. Es, sin duda, una forma hermosa de cuidar cuerpo, mente y corazón.