Laika fue la pionera, pero no debemos olvidar que los primeros seres vivos que regresaron con vida del espacio fueron las perritas Belka y Strelka. Tal día como hoy, hace más de medio siglo que estas pequeñas heroínas abrieron el camino que poco después seguiría Yuri Gagarin.
Belka (“ardilla” o “blanquita”) y Strelka (“flechita”) y, al igual que el resto de cosmonautas caninos soviéticos bajo la dirección de Vladímir Yazdovski, eran pequeños animales de apenas seis kilos con un aspecto entrañable. Pese a su delicada apariencia, su misión fue primordial: comprobar que la nave Vostok era apta para el primer vuelo tripulado de la historia. Aunque eran las protagonistas de la misión, no viajarían solas. Dentro de la Vostok 1K (Korabl-Sputnik 2) también se podían encontrar sobre el asiento eyectable doce ratones, hongos, plantas, microbios y hasta trozos de piel humana. Fuera del asiento, pero dentro de la cápsula esférica presurizada, iban otros doce ratones y dos ratas. La nave se había convertido en un pequeño arca de 4,6 toneladas.
Strelka y Belka pudieron haber corrido la misma suerte que Lisichka y Chayka, las dos perritas que murieron en la misión Korabl-Sputnik 1 (la primera Vostok 1K). El 28 de julio de 1960, 19 segundos después del lanzamiento, el cohete 8K72 sufrió un incendio en una de las cámaras de combustión del bloque G de la primera etapa. Como resultado, el lanzador perdió el rumbo y se desintegró 28,5 segundos después del despegue, ocasionando la muerte de los dos animales. Hasta el mismísimo ingeniero jefe Serguéi Korolyov se mostró desolado por la pérdida. Antes del lanzamiento, era habitual ver a Korolyov jugando con Lisichka en el cosmódromo. La destrucción de la Korabl-Sputnik 1 obligó a la introducción del asiento eyectable como sistema de escape durante el lanzamiento.
El 19 de agosto de 1960, a las 11:44 hora de Moscú, nuestras protagonistas despegaron desde Baikonur rumbo al espacio, donde deberían permanecer un día entero. En occidente, la misión sería bautizada a posteriori como Sputnik 5, aunque la denominación oficial soviética sería Korabl-Sputnik 2 (“nave-satélite”), un nombre anodino que intentaba esconder su verdadera naturaleza. El control de tierra pudo seguir las aventuras de los canes gracias a dos cámaras de televisión diseñadas por el instituto NII-380. En un principio, los controladores observaron horrorizados como las perras permanecían inmóviles en gravedad cero, temiéndose lo peor. Por suerte, empezaron a desperezarse poco después, aunque pronto empezaron a ladrar y a mostrar movimientos espasmódicos.
Pese al entrenamiento, los animales intentaron liberarse de sus arneses en repetidas ocasiones y Belka llegó a vomitar durante la cuarta órbita. A resultas de la experiencia se decidió restringir la duración del vuelo de Gagarin a una sola órbita -una hora y media-, ya que todavía persistían demasiadas incógnitas sobre los efectos de la ingravidez en el cuerpo humano. Tras permanecer un día y dos horas en el espacio, la cápsula Korabl-Sputnik 2 reentró con éxito en la atmósfera terrestre y las perritas aterrizaron sanas y salvas dentro del asiento eyectable en la región de Orsk, Kazajistán.
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Belka y Strelka después de su regreso con el entrenador Oleg Gazenko |
La Korabl-Sputnik 2 fue la primera nave que regresó del espacio con seres vivos en su interior. Pocos días antes, los Estados Unidos habían recuperado la cápsula de la Discoverer 13, desarrollada dentro del marco del programa militar secreto CORONA, por lo que la Korabl-Sputnik 2 fue sólo la segunda cápsula en regresar de una pieza desde la órbita.
Las perritas se convirtieron en auténticas estrellas después de su logro. Nikita Khruschev regaló a Jacqueline Kennedy un cachorro de Strelka durante una conferencia en Viena. La perrita, bautizada Pushinka, creció y vivió en la Casa Blanca, no sin antes pasar por el escrutinio del servicio secreto norteamericano. Los servicios de seguridad realizaron numerosas radiografías del perro, temerosos de que los soviéticos hubiesen escondido en su interior micrófonos o algún artefacto malicioso. A pesar de todo, Pushinka tuvo varios cachorros con Charlie, otro perro de los Kennedy.
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Pushinka, la hija de Strelka |
Hoy en día, Belka y Strelka se pueden contemplar embalsamadas en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú.
Ver en Ruka Trewa: La historia de Laika